Miércoles 8 de agosto de 2007
¿PARA QUÉ DEBERÍA SERVIR UN MICROBIOLOGO? SE PREGUNTA UN CIRUJANO.
 Enviado por: JULIO  MAYOL. Cirujano general y del aparato digestivo del Hospital  Clínico San Carlos, de Madrid. jmayol.hcsc@salud.madrid.org
Enviado por: JULIO  MAYOL. Cirujano general y del aparato digestivo del Hospital  Clínico San Carlos, de Madrid. jmayol.hcsc@salud.madrid.orgImaginen que un  hematólogo tuviera como única misión sentarse frente a un microscopio para hacer  un recuento de hematíes, o leucocitos, o de plaquetas. Desde la aparición de los  autoanalizadotes estarían al borde de la extinción.  Sin  embargo, un hematólogo no es eso, es  mucho más. Aunque soy cirujano, si uno de mis pacientes tiene una anemia  hipocroma y microcítica no se lo envío a él. Soy capaz de estudiarlo,  diagnosticarlo y tratarlo convenientemente. Ahora, si mi paciente tiene los  linfocitos por las nubes, tiene sudores y fiebre por las tardes y le han salido  adenopatías en el cuello del tamaño de un huevo de paloma, MI PACIENTE NECESITA UN HEMATOLOGO.
¿Qué ocurre cuando  tengo un paciente con antecedentes de valvulopatía mitral tiene una neumonía  basal derecha, un absceso intraabdominal drenado y una infección polimicrobiana  de la herida quirúrgica, con hemocultivos pendientes, tiene hipoperfusión  periférica e hipotensión, para lo que necesita drogas vasoactivas,  oliguria con disminución del aclaramiento de creatinina y, además, es alérgico a  penicilinas y derivados? Pues el paciente además de un intensivista y un  cirujano, NECESITA UN INFECTÓLOGO. No me vale con que alguien me diga lo que se  ve en las placas de cultivo y el antibiograma. Eso lo puede hacer un técnico con un mínimo entrenamiento. Lo que  necesito es alguien que sea experto en la interacción de los microorganismos con  su huésped, que domine las ventajas y los inconvenientes de cada antibiótico en  diferentes escenarios clínicos y, además, sienta la presión cuando el cultivo y  el antibiograma dicen que le demos el antibiótico A, pero el paciente se empeña  en morirse con ese antibiótico puesto.
Lo que no necesitamos son más “vacas sagradas” con un CV  hecho a base de charlas a especialistas clínicos cobradas a precio de estrella  del rock y financiadas por la industria farmacéutica, alabando las virtudes del  antibiótico X, mientras que en su hospital pone trabas a la utilización de dicho  antibiótico X mediante sistemas de control contrarios a los propugnados por su  propia sociedad.
Necesitamos microbiólogos/infectólogos que  colaboren directamente con nosotros, a pie de trinchera, en el control de  las infecciones hospitalarias, que supervisen las medidas profilácticas, que  monitoricen la utilización de antibióticos y nos aconsejen sobre las mejores  opciones in situ, no en las placas de Petri ni en el artículo de Solomkin  desde Cincinnati, y que se encarguen de los enfermos con infecciones graves que  suponen un riesgo para sí mismos y para la seguridad de la institución o incluso  de la sociedad.
Estudiar los microorganismos está  bien, pero es poco. En mi opinión, la  microbiología en su estado actual está obsoleta y debe evolucionar. La  Microbiología debe estar tanto en el laboratorio como en la clínica, tan cerca  del cultivo como de la cama del enfermo. Espero que a las nuevas generaciones de  microbiólogos se les de la opción de cambiar el  actual estado de cosas en su especialidad.
 
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