martes, octubre 09, 2007


Martes 9 de octubre de 2007

Carta Dres. Benito Almirante y Albert Pahissa


Carta publicada en Enferm Infecc Microbiol Clin 2007;25(8):556-7

Sr. Editor: El editorial escrito por el Dr. Francisco Soriano, titulado Por quién doblan las campanas, recientemente publicada en la revista (1), consideramos que precisa de unos breves comentarios.

Como médicos internistas, dedicados desde hace muchos años a la atención de pacientes afectados de enfermedades infecciosas, estamos de acuerdo con la mayoría de conceptos expresados por el autor. Es evidente que el médico microbiólogo es un elemento clave para el diagnóstico de la enfermedad infecciosa y que la desaparición de ciertos servicios de Microbiología de los hospitales, ya sea por su externalización o por su incorporación a un laboratorio general de análisis clínicos, es un problema que, sin duda, puede condicionar una pérdida de calidad asistencial notable. Sin embargo, en el editorial mencionado no somos capaces de hallar una referencia clara de la figura del internista con una formación adecuada en enfermedades infecciosas que, en ausencia del reconocimiento institucional de la especialidad, se denomina habitualmente infectólogo o especialista en enfermedades infecciosas.

La figura del infectólogo se ha convertido en una pieza básica, sobre todo en los hospitales de tercer nivel, para poder llevar a cabo una política correcta de prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades infecciosas, trabajo que indudablemente no puede realizarse sin una profunda interacción con los profesionales adscritos a los servicios de Microbiología.

Está fuera de toda duda que, en el momento actual, la complejidad de la práctica de la microbiología moderna es notable y, por eso, es necesario y exigible contar con unos especialistas bien formados y con una dotación adecuada de los servicios correspondientes. De igual manera, la asistencia clínica de los enfermos afectados de patologías infecciosas graves, en especial los inmunodeprimidos de cualquier causa o los afectos de infecciones adquiridas en el hospital, requiere de un grado de experiencia o especialización adecuados por parte de los médicos responsables. Es necesario, por eso, contar con médicos internistas bien formados en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades infecciosas. La responsabilidad de la atención a este tipo de pacientes no puede limitarse a tener conocimientos básicos en patología infecciosa, ni a pensar que todo se reduce a la aplicación de un tratamiento antimicrobiano en función de las pruebas de sensibilidad obtenidas de un antibiograma en un cultivo positivo. Cada día es más frecuente que los enfermos con procesos infecciosos estén afectados de una pluripatología que obliga a tener una excelente, difícil y larga formación en Medicina Interna.

Por lo tanto, cuando se aborda esta temática, creemos más acertado hacer referencia a un trabajo mancomunado de ambos profesionales que, en definitiva, es lo que va a condicionar la sinergia necesaria para que el enfermo tenga la mejor asistencia médica.

Hemos tenido ocasión de leer algún comentario, escritos por reconocidos microbiólogos de nuestro país, en los que se mencionaba que el infectólogo era, al menos en parte, el responsable de la supuesta pérdida de protagonismo del microbiólogo (2), afirmación que consideramos representa un tremendo error. El infectólogo es el compañero de viaje natural del microbiólogo. Cada uno aporta una serie de valores y conocimientos diferentes que suman.

El microbiólogo debe colaborar con el infectólogo en el diagnóstico y lógicamente asesorar en el tratamiento, mientras que el infectólogo debe colaborar con el microbiólogo informándole adecuadamente de la realidad clínica del enfermo. Sólo bajo estas premisas, basadas en la colaboración, respeto y mutua comprensión, daremos la asistencia que el enfermo precisa y probablemente podremos combatir mejor las situaciones de intrusismo e incomprensión que se puedan dar.

Personalmente, pensamos que la microbiología clínica es fundamentalmente una especialidad cuyo ámbito de trabajo ha de ser el laboratorio, aunque a diferencia de otras especialidades de diagnóstico, ha de mantener unos estrechos contactos con los servicios clínicos y ha de colaborar de forma intensa y eficaz con los expertos en enfermedades infecciosas del hospital. De esta colaboración surgirá, sin duda, una mejor atención a los pacientes y una salvaguarda de los ámbitos de competencia de ambos profesionales.

Quisiéramos finalmente mencionar que, con las pequeñas salvedades que hemos querido expresar, estamos absolutamente de acuerdo con la idea descrita por el Dr. Francisco Soriano con respecto al concepto de que cuando doblan las campanas pueden estar doblando por ti, si bien es evidente que no es igual que su tañido te afecte directa o indirectamente.


Benito Almirante y Albert PahissaServicio de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Barcelona. España


Bibliografía
1. Soriano F. Por quién doblan las campanas. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2007;25(4):225-6.
2. Ausina V. El microbiólogo clínico del futuro. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2003;21 Supl 2:7-8.

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