jueves, mayo 24, 2007

Jueves 24 de mayo de 2007


De cocinillas a consultor


Enviado por: RAFAEL SÁNCHEZ ARROYO. Médico Especialista en Microbiología y Parasitología y en Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Ntra. Sra. de Sonsoles (Avila) rsancheza@hnss.sacyl.es

Esta mañana, la representante de uno de nuestros proveedores presentaba un nuevo kit de diagnóstico tan fácil de usar que podría ser utilizado por los médicos en la consulta … “pero siempre bajo supervisión del microbiólogo, porque podrían interpretar mal el resultado” (sic) (rosa = positivo; otros colores = negativo; difícil ¿eh?). Si no le ha entrado ya la risa floja, hágaselo mirar.

Y es que la mayoría de las tareas técnicas que se llevan a cabo en un Laboratorio clínico no son más complicadas que freir un huevo. Sí, ya sé que hay gente que no domina lo del aceite bien caliente o que despachurra el huevo y acaba haciendo revuelto de gambas. Pero me refiero a las más complejas. Las más fáciles son como calentar leche en el microondas o preparar un bocadillo de chopped.

De mismo modo, interpretar literalmente los resultados (positivo-negativo; sensible-resistente) de dichas técnicas lo puede hacer incluso un alumno espabilado de la ESO, o mejor de Primaria. De hecho, podría retar a cualquier miembro del staff de mi Servicio para que se enfrentase a cualquiera de mis hijos pequeños jugando a los videojuegos de Star Wars o de Imperium, que eso sí que exige habilidad y estrategia.

Entonces, ¿está tirando el Sistema el dinero de los contribuyentes pagando a facultativos, diplomados universitarios, técnicos superiores, auxiliares y celadores (grupos A, B, C, D y E) para que hagan los que podrían hacer unos aprendices? Pues va a ser que sí.

Porque, una vez más, Julio tiene razón (Veáse su comentario a mi post de ayer). Presiento que a muchos clínicos les sorprende el desinterés de muchos microbiólogos por conocer las circunstancias del paciente y, claro, renuncian a escribirlas en los volantes o a contarlas de palabra. Los microbiólogos, por su parte, renuncian a averiguar qué efecto tiene la información que generan sobre la evolución del proceso presuntamente infeccioso. Y no digamos el resto del personal (del que hablaré otro día).

Una clave para detectar si los facultativos de un Laboratorio de Micro ha optado por el modelo “cocinillas” o por el modelo “consultor en enfermedades infecciosas” es comprobar si cada estamento profesional desempeña tareas que podría perfectamente llevar a cabo el inmediatamente inferior. Desgraciadamente, me temo, en algunos hospitales universitarios, aún se forma a los Residentes para que sean pinches de cocina, eso sí con título de Especialista.

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